martes, 22 de noviembre de 2011

Show must go on...

George Orwell fue un famoso escritor que falleció en 1950. Sus libros se basaban centralmente en críticas al sistema totalitarista (nazismo, stalinismo, entre otros).

A pesar de los años transcurridos, libros como Rebelión en la Granja y especialmente 1984 se trasladan a una realidad frecuente en nuestros días. El fútbol italiano no se encontró exento a esto y en gran parte cosas que manifesta Orwell en su libro 1984 suceden y son moneda corriente en la península itálica.

Sin ir más lejos la FIGC (Federazione Italiana Giuoco Calcio) es la encargada de velar por la limpieza y honestidad del fútbol italiano, lamentablemente no siempre es así y más de un escándalo han tenido que afrontar. De igual manera a la Federación Italiana parece no importarle demasiado, total al fin al cabo son ellos siempre los que deciden y tienen el poder.

Para la FIGC bien vale la canción de Queen: "Show must go on", antes que todo y de todos el show siempre debe continuar. Arreglos de partidos, sobornos de árbitros y el más reciente Calciópoli son algunos de los tantos líos que han ido llenando de lunares al fútbol italiano.

Giancarlo Abete (actual Presidente de la FIGC) y Cesare Prandelli (DT Selección de Italia)

El que haya leído el libro de 1984 de seguro encontrará coincidencias entre el personaje central de la obra, Winston Smith, y la FIGC. Smith trabajaba en el Ministerio de la Verdad (organismo que se encargaba de quemar los documentos históricos y así hacer coincidir los hechos del pasado con la versión oficial mantenida por el estado).

¿Qué diferencias podemos encontrar entre la FIGC y ese Ministerio de la Verdad, planteado por Orwell en su libro?. La verdad que pocas, inclusive podríamos decir que las similitudes son mayores a las diferencias.

La FIGC, al igual que Smith en 1984, se ha encargado a lo largo de los años en tapar las evidencias de un fútbol italiano sospechado de corrupción y que hundía cada vez más la honestidad del mismo.

Italia es la cuna de la maffia y se sabe que es un país futbolero como pocos. Los clubes están privatizados y son empresas. Hay mucho dinero en juego y nadie está dispuesto a perder y menos la FIGC, que es el juez supremo (el Gran Hermano de 1984).

Antonio Materrese, Gianni Petrucci y Franco Carraro (bajo su mando explotó lo de Calciopoli) fueron algunos de los presidentes que se ha devorado la federación, por su ineficacia o mejor dicho por haberse comprobado que en sus mandatos las cosas no iban por derecha.

Pese a que hay pruebas incriminatorias, donde se manifiesta de sobremanera los desajustes del mayor organismo del Calcio, la FIGC siempre se las ingenió para poder sortear sus fechorías.

Al fin al cabo es el juez supremo. El que toma las decisiones y organiza todo, bien o mal el show siempre debe continuar. Y si es necesario se inventan historias para que el escándalo pase a un segundo plano.

El hincha sufre las consecuencias del mal manejo, pero la FIGC gracias a una manipulación de la información, la han sabido maquillar y nunca los demás (los que no pertenecen a ese círculo cerrado) sabrán la real verdad.


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